viernes, 25 de agosto de 2006

El Pato de Cuerpo Verde

La primera vez que vi al pato de cuerpo verde es de hecho uno de los recuerdos más antiguos de los que tengo memoria.

Era muy pequeño y mi madre me llevaba a rastras tomado de la mano con dirección al jardín de infantes, como todo niño pequeño la sola idea de separarme de mi madre llevaba consigo un ataque de pánico pues nunca contemplaba un regreso posterior pasadas las horas de escuela, pues a esa edad no existe el concepto de tiempo, solo se conoce y se vive el aquí y el ahora. Mientras cruzábamos el pequeño parque cercano a casa con dirección de la escuela, yo me empeñaba por sujetarme del objeto más próximo suponiendo en mi ingenuidad de niño que con eso podría impedir que mi madre me abandonara en aquel horrible sitio.

Fue entonces que lo ví, mi llanto cesó al instante pues una colorida imagen había llamado mi atención y atraído mi mirada, rápidamente sequé las lágrimas de mis ojos con los puños de mi suéter escolar, lo cual me hizo soltar el pequeño árbol del que me había sujetado en mi intento desesperado por impedir que me llevasen a la escuela y como es lógico suponer, al soltar el arbolillo permití a mi madre jalarme sin problemas pues ya no me resistía más y de inmediato ella apuró el paso con rumbo a la escuela. Para entonces solo quedaba un pequeño rastro de las lágrimas que se habían deslizado por mis mejillas momentos antes, creo que al final mi madre supuso que el fin del berrinche se debía a la letanía que solía repetirme una y otra vez acerca de todas las bondades de asistir a la escuela, aún recuerdo aquel “Verás que bonito... vas a conocer muchos amigos... vas a aprender mucho”, etcétera, etcétera, que todavía se mantiene fresco en mi memoria debido a que varios años después lo escuché de nuevo cuando mi hermano menor también se resistía a ser llevado a la escuela y se comportaba de la misma manera, ella recitaba exactamente la misma cantaleta, sin variación alguna, aún hoy no puedo evitar que se dibuje una sonrisa en mis labios con solo recordarlo.

Mientras me alejaba andando de la mano de mi madre, solo pude seguir con los ojos aquello que había llamado mi atención, la colorida imagen que resaltaba sobre un fondo blanco y parecía ser un dibujo mal hecho de un pato de cabeza roja y un gordo cuerpo verde. En el dibujo, el pato carecía alas y patas pero a pesar de ello había algo que lo hacía parecer vivo, dinámico, como si en cualquier momento fuera a abrir el pico para graznar o como si quisiera decir algo pero su inmovilidad se lo impidiera. Algunos extraños símbolos se hallaban a todo su alrededor, símbolos en blanco y negro que después conocería como letras, pero en aquella época, aún no sabía leer.

Tiempo después continué topándome ocasionalmente con el pato de cuerpo verde, cuando me dejaban salir a jugar con mis amigos o acompañaba a mi madre al mercado, a la tienda de la esquina o a algún otro lugar. Su rígida imagen aún llamaba poderosamente mi atención, había veces que me quedaba observando su contorno, su flequillo color gris o lo que parecía ser un collar isabelino que brotaba de su cuello. Para esos días ya me encontraba cursando la primaria y estaba en la edad de los “¿porque? s”, cuando todo debía tener una razón de ser y debía ser explicado, al menos así lo era para mí, y ese pato de obeso cuerpo y ausencia de extremidades resultaba un gran misterio, así como misteriosos resultaban todos esos adornos que le acompañaban, pero sobre todo su pico, ese pico entre abierto que parecía querer gritar un secreto que tenía prohibido compartir.

Años más tarde, cuando aprendí a leer, los símbolos raros que acompañaban al pato de cuerpo verde se convirtieron en letras, las letras formaron palabras y esas palabras dejaron de ser un misterio:

Departamento de Sanidad
H. Ayuntamiento de Ecatepec de Mor.

Y el camión de basura que lo portaba orgulloso en la puerta no era más aquel nuevo camioncito que ví la mañana en que conocí al pato de cuerpo verde, el tiempo había pasado dejando su huella en él pues se encontraba ya en condiciones deplorables: viejo, oxidado, sucio y general todo desvencijado, pero al pato parecía no importarle, pues fuera de alguna mancha de suciedad o alguna burbuja provocada por el oxido en el metal debajo de la pintura, él se mantenía estático y al parecer, imperecedero.

A pesar que el letrero que le acompañaba dejó de ser un enigma para mí, todos los demás elementos que acompañaban al pato de cuerpo verde y que además formaban parte del dibujo seguían representado un misterio para mí, ese pico que parecía permanecer cerrado aún en contra de su propia voluntad seguía produciendo en mí una extraña fascinación. Aún entonces cuando ya no era un pequeño de preescolar pero aún seguía siendo niño de primaria, podía asegurar que cada trazo, cada adorno, cada color que el pato ostentaba mientras permanecía congelado en la blanca puerta del destartalado camión de la basura, ocultaba algo y debía tener una razón para estar ahí, no era solo para que se viera bonito o porque a alguien se le había ocurrido, no se trataba de eso, era algo más que se hallaba fuera de mi comprensión, pero podía afirmar con certeza que tampoco se trataba de mi propia e hiperactiva imaginación de niño, pues algo me decía que había algo detrás y cada vez que lo observaba sentía esa sensación ausencia por no conocer su secreto, esa triste resanción de vacío en el estomago que experimentas de niño y te detienes a mirar en un aparador un costoso juguete que sabes que tus padres no quieren o no te pueden comprar.

Toda esa magia y misterio comenzaron a hacer sentido el día que el Pato del cuerpo verde giró su cara, pareció mirarme con su único ojo en un gesto de aparente satisfacción y abrió su extraño pico para contarme aquel secreto que tan celosamente guardaba.

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2 Comentarios:

Blogger Ricardo Olvera escribió...

hermano

me sorprende gratamente la gran capacidad que tienes para narrar una historia y para atrapar al lector llevándolo de la mano, pintando escenarios tan descriptivos y tangibles con tus letras, de verdad te felicito!

pero no me digas que aquí termina todo…

quiero saber el secreto del pato verde!!!

no me vayas a dejar en ascuas…

espero la continuación en el misterio del secreto del pato descendiente de Polifemo!

31/8/06 16:52  
Blogger Ocho-Viento escribió...

Hermano Felino,

Te agradezco dejar acá tu huella mientras merodeas por los recovecos en penumbras de la red.

Asimismo te agradezco los comentarios sobre el escrito, personalmente me considero novato y sin experiencia respecto de las letras y estos son mis primeros pasos.

Por el secreto del Pato… bueno, no te preocupes, ya se sabrá a su debido tiempo, pero más que secreto era una pista más.

De nuevo gracias y un abrazo.

Ocho-Viento.

31/8/06 22:30  

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