martes, 17 de junio de 2008

La invasión a tierras tarascas

La marcha fue ardua. El ejército del Señor Axayacatl ha invadido Michihuacan y entabla combate directo con el Imperio P’rempecha; muchas victorias se lograron y las ciudades del Valle de Tollocan fueron conquistadas. Las tropas de la Triple Alianza vencieron una y otra vez a los defensores tarascos en cada ciudad; en cada batalla, en cada combate, la destreza y el valor de los guerreros al mando del Señor Axayacatl se ponía de manifiesto.

Desde la lejana Xiquipilco, la última ciudad conquistada, partieron los guerreros con el único objetivo de tomar los templos y las figuras de los dioses en Tzintzunzan, la capital p’rempecha.

20,000 guerreros de la triple alianza se enfrentaron con valentía a cerca de 40,000 tarascos determinados a no permitir el avance de un metro más de los conquistadores imperiales. Más de un día entero duró el combate con bajas cuantiosas en ambos bandos, se peleó con honor y con fiereza, sin embargo los guerreros de la capital P’rempecha estaban mejor organizados que las huestes a las cuales se habían enfrentado antes los guerreros aliados, además de ser más fieros y casi doblarlos en número. Muchos guerreros de elite y nombres tenochas cayeron ese día en el que el Señor Tonatiuh no brindó sus favores a los guerreros de la Triple Alianza.

Los aguerridos tarascos conocían el accionar del ejército aliado y a sabiendas que si no aplastaban y destruían para siempre al ejército de la Triple Alianza, vivirían bajo la eterna amenaza de una nueva invasión, pelearon con el único objetivo de borrar del Único Mundo hasta el último guerrero invasor.

El Señor Axayacatl fue derrotado y junto con sus principales mandos militares fueron perseguidos para ser ofrendados a los dioses Tarascos. El Uey Taltoani conocedor que de ser capturado junto con sus generales pondría en riesgo el poder militar de la Triple Alianza, así como el dominio de los territorios conquistados y las provincias del imperio, puso antes que su vida y su honor en batalla la estabilidad de su patria, huyendo de tierras p’rempechas en una deplorable cacería humana que llegó hasta los límites mismos del territorio imperial, en el Valle de Tollocan con los tarascos pisando sus talones y de la cual apenas lograron salvar la vida 1,000 guerreros que regresaron derrotados a la siempre gloriosa México-Tenochtitlan.

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