Los pochteca... comerciantes del Anahuac.

En general sabemos que el término pochtecatl se refiere a la clase comerciante en México-Tenochtitlan. Sin embargo poco se habla de los pochtecatl en documentos o anales y de alguna forma no están cubiertos con el mismo halo de misticismo que por ejemplo los guerreros y los sacerdotes.

Me parece que el primer contacto que la mayoría tenemos con los pochtecalt se debe a la novela Azteca de Gary Jennings, donde Miztli, el protagonista, en uno de los tantos giros inesperados de la trama termina siendo un comerciante que ayuda en gran medida a la expansión del imperio. Claro está que a pesar que Jennings es un gran narrador y sus novelas excelentes, no debemos olvidar que solo son novelas y no debemos creer al pie de la letra todo lo que en ellas se dice.

Entonces hablemos un poco sobre el tema precisamente para conocer un poco más de la organización y vida de los comerciantes del Anahuac.

Según Jacques Soustelle en su libro La Vida cotidiana de los Aztecas, los pochtecatl tenían su propio barrio o Calpulli el cual era hermético y no permitía el acceso ni la mezcla con ningún otro (artesanos u otros trabajadores), tenían sus propias fiestas (en la imagen Yacatecuhtli, el dios de los pochteca) y las bodas eran casi exclusivamente entre miembros del mismo calpulli. En cuanto a la aplicación de las leyes, son prácticamente la única clase que no tenía que estar sometida en todo momento a los tribunales del imperio, es decir, ellos mismos tenían sus tribunales donde se arreglaban disputas e se imponían penas, lo cual es una gran diferencia con todos lo otros habitantes del Cem-Anahuac.

La historia cuenta que no fue fácil ganar el reconocimiento y el favor del Tlatoani, sin embargo tiene tintes épicos: Durante el gobierno de Auhizotl una gran columna de pochtecatl fue sitiada en una aldea de Anahuac Ayotlan (vertiente del Pacífico del Istmo de Tehuantepec) por guerreros de diversas tribus. Combatieron sin cesar y resistieron cerca de cuatro años. Ahuizotl envió a quien más adelante, a la llega de Cortés y los ibéricos, sería Uei-Tlatoani: Moctezuma Xocoyotzin, quien entonces ostentaba el rango de Tlacochcalcatl(guardián de los templos dedicados a la guerra) a la cabeza de las huestes mexicanas en su auxilio, pero al llegar los encontró vencedores, ya en camino hacia la Gran Tenochtitlan y cargados con despojos de sus agresores.

Con cabellos sueltos hasta la cintura, con su aspecto a la vez de agotamiento y triunfo estos comerciantes-guerreros produjeron una impresión extraordinaria en México, comenta Soustelle. Dicha hazaña les valió ser recibidos con todos los honores en la corte de Ahuizotl, donde entregaron al mandatario los estandartes e insignias de su victoria. El soberano los llamó entonces "mis tíos" y les otorgó el derecho de llevar las plumas y los distintivos permitidos solo a la clase noble, claro que sólo podían usarlos en fiestas y celebraciones.

A propósito de este hecho Sahagún hace mención de la respuesta de los pochtecatl:

"Nosotros, tus tíos, los pochteca que estamos aquí, pusimos nuestras cabezas y vidas en riesgo, y trabajamos de noche y de día que, aunque nos llamamos mercaderes y lo parecemos, somos capitanes y soldados que, disimuladamente, andamos a conquista."

Dicha respuesta deja ver un salto enorme en el status de los comerciantes del Anahuac, pues llamarse a sí mismos "capitanes", así como el usar joyas y distintivos, era considerado una osadía intolerable hasta antes de ese día, en el cual comenzaron a disfrutar de ciertas ventajas sociales, así como el favor del Tlatoani, que vio en ellos una útil herramienta para agrandar sus territorios.

Sin embargo, como dice Soustelle, es falso que los pochteca fueran "guerreros disfrazados", ante todo eran comerciantes, a pesar que en muchas más ocasiones, no solo en su sitio en el Istmo, tuvieron que llevar acabo ciertas acciones militares.

Existían diversos rangos entre los pochteca algunos bastante interesantes, pero ello será motivo de otro artículo más adelante.